martes, 11 de noviembre de 2008

BARACK HUSSEIN OBAMA O EL NUEVO PROMETEO


Estimado presidente electo:
En todo el mundo hemos asistido espectantes a su victoria electoral. Jamás unas elecciones americanas habían despertado en el resto de naciones una esperanza tan sin sentido y, a la vez, tan razonable. Algunos dirigentes nacen en palacios y otros en establos. Pero sólo algunos son fruto de la imaginación. Y usted ha reinventado ese manido "sueño americano".
Muchos grandes personajes, de las más variopintas y contrapuestas ideologías y procedencias, han expresado su alegría: Desmond Tutu, primier arzobispo sudafricano negro de la iglesia anglicana y premio Nobel de la paz; Bernard-Henri Lévy, filósofo francés, nacido en Argelia, crítico con los dogmas de la izquierda radical surgida de Mayo del 68 y defensor de la libertad de pensamiento; Amartya Sen, economista indio, premio Nobel de economía y conocido por sus trabajos sobre las hambrunas, la economía del bienestar y la pobreza; Mohamed ElBaradei, egipcio, premio Nobel de la paz y director general de la Agencia Internacional de la Energía Atómica, encargado por la ONU de certificar el desarme de Irak antes de la guerra; o Vaclav Havel, último presidente de Checoslovaquia y primero de la actual República Checa, opositor histórico del muro de Berlín.
Y es que es usted un presidente "extraño" en Estados Unidos. Nacido en Hawai, hijo de doctores universitarios, de padre keniata y padrastro indonesio, residente en Yakarta, Honolulu, Los Ángeles, Nueva York y Chicago, senador de Illinois desde 1997, senador de Estados Unidos desde 2005, activista contra el armamento nuclear y a favor de los derechos humanos, las energías renovables y el medioambiente, cristiano protestante, primer candidato demócrata negro, primer presidente americano negro... Incluso, primer presidente negro de la revista jurídica de Harvard. Ha sido usted el primero en todo, ha abierto camino.
Para las naciones musulmanas, usted ofrece nuevas perspectivas de diálogo y la posibilidad de que la política de la diplomacia sustituya a la política de la guerra y a la teología del terror, provocando el acercamiento de países con los que, hasta ahora, sólo había conflicto. Su figura se ve como la oportunidad de que Estados Unidos rectifique la arrogante unilateralidad que condujo a la desastrosa invasión de Irak y a la fallida estrategia antiterrorista en Afganistán. Usted representa la esperanza de lograr el cierre de Guantánamo, de explorar iniciativas viables para la paz en Oriente Próximo.
En África, es visto como la esperanza para que su país cumpla con los derechos humanos, disminuya las desigualdades sociales y ayude a terminar con los genocidios que se reproducen por todo el continente africano.
En Europa, su elección se ve como promesa de aires nuevos y cambios significativos. Se espera el fin del rechazo del protocolo de Kyoto y el compromiso con el cambio climático. Se espera que acabe con la tozuda resistencia a firmar el Estatuto de Roma para la creación del Tribunal Penal Internacional. Se espera que la grosera visión americana de que son el único equipo de la División de Honor y juegan solos, de paso a otra en la que el entendimiento y la colaboración estén por encima del patriotismo como justificación de todos los excesos.
Sinceramente, señor Obama, creo que el mundo espera mucho, quizá demasiado, de usted. Y es que con su discurso ha embaucado a gran parte de los terrícolas. Sin embargo, mucho me temo que necesitaríamos alguna fuerza extraterrestre para lograr que ciertas cosas cambiaran. El asno y el elefante, nunca fueron animales de grandes cambios y, por mucho que usted sea, con perdón, un asno negro, tiene usted mucha carga sobre los lomos.
Ya sabe usted (o no) que la mitología griega señala a Prometeo como creador de los seres humanos y a su hermano Epimeteo como creador de los animales. Ambos titanes, hijos del titán Jápeto y de Asia, una de las hijas de Océano, fueron encargados por Zeus de la creación de los seres vivos. Tenían a su disposición cierto número de cualidades, en cantidad ilimitada, con las que podían dotar a su gusto a los seres. Epimeteo, irreflexivo en exceso, creó a los animales, repartiendo entre ellos prácticamente todas las cualidades de las que disponía. Les dio la fuerza, la velocidad, la astucia y el valor. Prometeo tuvo que reparar, en la medida de lo posible, la imprevisión de su hermano. Para ello, tuvo que robar a los dioses el fuego celeste, único medio para paliar la inferioridad física y psicológica a que los hombres parecían abocados.
Sin embargo, señor Obama, tanto si es usted hombre como si es asno, le auguro un pronto aterrizaje forzoso sobre la realidad y, entonces, no sé si todas las virtudes de los dioses unidas serán suficientes para su tarea de cambiar este mundo.
En todo caso, recuerde que la venganza de Zeus por el robo del fuego fue terrible. Envió a los hombres a Pandora, una criatura funesta, contenedora de todas las desgracias imaginables, e ingenió para Prometeo un suplicio muy especial: fue encadenado a un monte del Cáucaso donde, cada día, el águila de Zeus (curiosamente hija de Tifón y Equidna y, por ende, hermana del can Cerbero) devoraba su hígado, que se regeneraba de noche, para convertirse en pasto, siempre fresco, del ave, por toda la eternidad.
Creo que usted es bastante menos hábil que el titán Prometeo y, a pesar de sus buenas intenciones, de las que no dudamos, debe usted demostrar que está a la altura de tal comparación, dado que para muchos es usted el nuevo bienhechor de los hombres.
Veremos, Prometeo, si puede usted seguir rezando "Yes, we can".

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tienes mucha razón. Esperamos demasiado de este hombre! cuando se espera tanto seguro que defrauda. Solo es un hombre con buenas intenciones, pero le dejarán actuar? por lo menos alguien ha conseguido poner de acuerdo a todo el mundo, ya es algo! ahora, que digan que es de izquierdas me da la risa. Allí no hay izquierda, solo derecha o mas derecha.
Muy bueno el post. Enhorabuena. Seguro que nos darás entradas buenisimas. Saludos

Libertad Martínez dijo...

Como siempre alex, tus entradas son una bocanada de aire fresco, que permite ver las cosas de otra forma.
Un besazo.